Saltar al contenido

Un asesino en la sombra: el aneurisma de aorta abdominal

Aneurisma de Aorta

Contenido

¿Qué es un aneurisma de aorta abdominal?

Un aneurisma es la dilatación de un vaso sanguíneo, generalmente una arteria, provocada por un debilitamiento de su pared.

Los aneurismas de la aorta a nivel del abdomen son los más frecuentes, aunque también pueden aparecer en su zona torácica. Se considera que la aorta abdominal es aneurismática  cuando alcanza los 30mm.

¿Qué puede causarlo?

Según la causa, los aneurismas de aorta pueden ser:

  • Degenerativos: En el contexto de la arterioesclerosis. Es la causa más frecuente y se relacionan con la edad avanzada (Hasta un 1% de pacientes por encima de 50 años tienen un aneurisma degenerativo), el tabaquismo, la hipertensión arterial, y el colesterol elevado. Es más frecuente en pacientes con familiares de primer grado que lo padecen.
  • Secundarios a enfermedades del tejido conectivo: Son trastornos hereditarios que se caracterizan por defectos en la formación de los tejidos elásticos del cuerpo, como la enfermedad de Marfan, la enfermedad de Ehler-Danlos, válvula aórtica bicúspide y otras. Afectan más frecuentemente la aorta torácica.
  • Post-traumáticos: Especialmente tras accidentes de alta energía como los de tráfico o precipitaciones.
  • Inflamatorios: En relación con enferemedades autoinmunes ( artritis reumatoide, enfermedad de Behçhet, espondilitis anquilosante), vasculitis ( arteritis de Takayasu o de células gigantes) o infecciones (sífilis, tuberculosis….)

¿Qué complicaciones puede provocar?

La complicación más temida es la ruptura. Esta situación es muy grave y pone en riesgo la vida del paciente si no se trata de forma urgente. Incluso con tratamiento, dependiendo del estado basal del  paciente, la mortalidad puede superar el 50%.

Menos frecuentemente, el trombo que tapiza las paredes puede fragmentarse y viajar por el torrente hacia cualquier órgano o tejido del organismo. Lo más habitual es que migren hasta los pies, provocado trombosis de los capilares de los dedos, lo que se conoce como síndrome de los dedos azules, por la tonalidad que adquieren los pulpejos cuando no les llega sangre adecuadamente.

Si los aneurismas alcanzan un gran tamaño  pueden provocar compresión de otras estructuras como las venas o los uréteres. En ocasiones los aneurismas inflamatorios provocan una fibrosis del retroperitoneo que tiende a atrapar los uréteres dando complicaciones renales.

Muy raramente el aneurisma puede erosionar la paredes del intestino y provocar una hemorragia digestiva grave  con una mortalidad muy alta.

¿Qué síntomas da?

Desgraciadamente el aneurisma de aorta crece sin dar síntomas hasta alcanzar un tamaño importante. A veces el paciente puede percibir o palpar algo que le late dentro del abdomen.

En ocasiones puede provocar dolor en el abdomen o la zona lumbar. Dado que existen muchísimas otras causas que provoquen este tipo de dolor, es habitual que pase desapercibido hasta que se produce su ruptura. Por ello es muy importante tener un alto grado de sospecha en pacientes con factores de riesgo cardiovascular, más propensos a padecerlos.

Cuando se rompen provocan una situación de colapso con intenso dolor en el abdomen o la parte baja de la espalda, bajada importante de la tensión arterial, palidez, mareo e incluso pérdida de conciencia. Puede producirse una parada cardiaca dependiendo del volumen del sangrado y muchos de los pacientes no llegan vivos al hospital.

La suelta de émbolos puede provocar un amplio espectro de síntomas según sea el órgano o tejido afectado:

  • Insuficiencia renal
  • Dolor abdominal intenso,  sangrando rectal o heces negruzcas por afectación del intestino.
  • Dolor en el costado izquierdo por afectación del bazo.
  • Punteado doloroso y coloración azulada de los dedos o la planta de los pies.
  • Cuando estos fragmentos son más grandes, pueden producir el bloqueo de arterias más grandes, provocando intenso dolor de las extremidades inferiores, palidez, frialdad y alteraciones de la motilidad y sensibilidad.
  • Pueden existir síntomas derivados de la compresión o atrapamiento de las estructuras vecinas como disminución del volúmen de orina, o hinchazón de las piernas.

¿Cómo se detecta?

La mejor prueba para su detección es la ecografía o el Eco Doppler cuando afectan a la porción abdominal, dada su inocuidad y disponibilidad. No es raro que se detecte al realizar otras pruebas como radiografías, TAC o RMN.

Una vez diagnosticado y si su tamaño impone el tratamiento quirúrgico, suele realizarse un AngioTAC para planificar el tratamiento.

¿Debo chequear si tengo un aneurisma?

Se recomienda descartar la presencia de un aneurisma a:

  • Hombres y mujeres de 50 años o más  que tengan un familiar de primer grado afectado.
  • Cualquier hombre de de 65 años o más
  • Si padece de otro aneurisma periférico, dada su frecuente asociación

Tengo un aneurisma pequeño… ¿Qué seguimiento debo hacer?

Las recomendaciones de Sociedad Europea de Cirugía vascular son:

  • Aneurismas entre 30 y 40mm: cada tres años
  • Entre 40 y 49 mm: anualmente.
  • Trimestral o semestral a partir de 50mm
  • En los casos en que la aorta no alcanza los 30 mm pero tiene un mayor al habitual para la talla y sexo (entre 25 y 29mm) se recomienda realizar una ecografía entre los 5 y 10 años siguientes.

¿Tengo algún riesgo añadido por tener un aneurisma?

Al tratarse de una  manifestación más de la arterioesclerosis, se sabe que los pacientes portadores de aneurismas tienen un riesgo incrementado de muerte por causas cardiovasculares, por lo que deben aplicar las medidas farmacológicas habituales para controlar la hipertensión y los niveles de colesterol, así como la toma de antiagregante plaquetarios.

¿Y cómo puedo evitar que crezca?

Ningún tratamiento farmacológico ha demostrado controlar el crecimiento de los aneurismas.

Sólo el abandono del tabaco ha demostrado reducirlo un 20% aunque parece que este efecto es mayor cuando se asocia al tratamiento médico descrito en el apartado anterior.

¿Cuándo debo operarme?

La intervención está indicada en las siguientes circunstancias

  • Cuando se tiene certeza de que el aneurisma provoca síntomas o complicaciones.
  • Si el paciente está asintomático, la reparación es necesaria cuando el riesgo de ruptura supera al de la cirugía. Normalmente, se acepta que los pacientes varones  con un aneurisma de 55mm o mayor, deben ser intervenidos, aunque siempre hay que individualizar esta decisión  según las características de riesgo del paciente. En las mujeres el margen se rebaja a los 50 mm.
  • Si se detecta un rápido crecimiento del aneurisma ≥ 1 cm al año, una vez descartados errores o variabilidad en las mediciones.

¿Cuáles son las opciones de tratamiento?

  • Tratamiento quirúrgico abierto:es el tratamiento clásico y mas resolutivo a largo plazo. No obstante es muy agresivo y tiene más complicaciones, además de una recuperación mas lenta. Consiste en sustituir la zona dilatada de la aorta con un tubo de un material sintético, poliéster o teflon.
  • Tratamiento quirúrgico endovascular: Es el tratamiento preferido en la actualidad, especialmente en pacientes de riesgo, debido a su poca agresividad y rápida recuperación. Si bien precia de un seguimiento más estrecho y puede requerir reintervenciones menores más frecuentemente, las ventajas en cuanto a dolor post-operatorio, complicaciones cardiovasculares y reincorporación a ala vida normal, desequilibran la balanza a su favor.
Comparte este artículo en tus redes
  • Todo
  • Arterioesclerosis
  • Arteriopatía periférica
  • Estenosis carotídea