Es el oscurecimiento de una zona de la piel. Es frecuente tras la escleroterapia aunque su aparición depende de múltiples factores como el esclerosante utilizado, su concentración, el fototipo cutáneo, el tamaño de las varices o la exposición solar. La mayoría son leves y no suelen persistir más allá de un año. Una correcta indicación del esclerosante y su concentración o determinadas medidas como el soporte elástico, el drenaje del coágulo y el uso de cremas de vitamina K pueden ayudar a evitar su aparición.
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